miércoles, 8 de septiembre de 2010


Desde el centro, algo se retuerce. Ese centro es un robusto árbol asediado por la ventisca. Resiste porque sus raices están ancladas profundamente a la tierra, como la raíz de una muela a la mandíbula. Y sangra, cómo sangra un árbol. Qué palabras pronuncia un árbol: Todas las sagradas palabras que pronunció Dios un día, palabras que las aves en sus picos, arrojan a los cráteres de los volcanes y asi, vuelven al fuego, al centro desintegrador, que gira y vuelve a sangrar y escupe con fuerza para carbonizar los verdes valles, anatemizar la vida, hacer cadáver con el polen adherido en las alas de las mariposas.

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Todos los insectos han perecido, la charca de las ranas se evaporó. La voz femenina siempre degollada junto a la fuente, y un niño que llora en sus venas y sube a los senos para saciar su hambre. Pero ella mira perdidamente el horizonte rojizo y abraza con su cuerpo desnudo, el árbol carbonizado y blasfema como nunca antes lo hizo una mujer: ¡Todo lo perdido para siempre, dónde está Dios!, fueron sus últimas palabras.


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