jueves, 30 de junio de 2011

El verano

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Por entre las hierbas crecidas salvajemente junto a las flores silvestres, ruedan las cabezas rubias de los niños, cuesta abajo. Los columpios siguen balanceados por el viento de levante y en la carretera, los claxon de los coches suenan estruendosos, espantando a su paso libélulas y golondrinas.


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¡A la piscina!. El verano abrió la mano a las hormigas, tomó el cuchillo para el melón y la sandía. La abuela vierte zumo de naranja sobre los niños descabezados. Los niños trepan a los árboles a por sus felices cabezas con alas y vuelven a la yerba, junto a los gladiolos y los geráneos, para bajar a los hormigueros.


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Otra vez al baño; coge carrera desde la esquina del muro blanco del jardín, salta en un mar a su tamaño y las burbujas le oxigenan la tarde. Habrá un momento en que todo pare y no haya agua en la piscina hasta mañana. Vendrá entonces el pan con chocolate, las sandalias blancas, los vestidos de volantes con pasa cintas de colores, y de nuevo, los columpios serán la rampa placentera hasta la noche, donde algún sueño sobreviva treinta años y lo recuerdes todavía.





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